La autoestima a debate: ACEPTAR NUESTROS LÍMITES. Cortometraje: “A primera vista”

Todos conocemos como la vida de una persona contiene una sucesión de ciclos vitales, infancia, adolescencia, adultez y ancianidad; y a cada uno de ellos se les ha atribuido un rol más o menos definido que, posiblemente, habría que remirar e ir actualizando, de acuerdo con los cambios de la sociedad.

La adultez abarca aproximadamente de los 35 a 65 años. Las funciones y respuestas físicas de la persona al comienzo de la edad van perdiendo vigor poco a poco. A esta edad es más importante que nunca proteger la salud, a fin de que los últimos años de la vida sean agradables y no representen una carga a consecuencia de alguna enfermedad.

En la adultez, fundamentalmente, el trabajo y la crianza y educación de los hijos son las tareas que ocupan y centran gran parte del tiempo. Día tras día y año tras año se repiten las mismas actividades; se sale de casa en la mañana y se regresa en la tarde-noche. Los espacios para el ocio escasean. El trabajo y las responsabilidades familiares impiden al adulto, en muchas ocasiones, transitar por la vida a un ritmo más reposado.

Son muchas las personas que tras largos años instalados en esos ritmos acelerados, llenos de compromisos y ocupaciones, llega un día en que, bruscamente, su actividad laboral finaliza, especialmente en el varón. A partir de ese momento todo cambia.

Una amplia panorámica de tiempo libre se abre y... ¿qué hacer entonces? ¿Cómo llenar ese tiempo? Si hasta ese instante los tiempos y los espacios estaban claramente delimitados, una vez acabada la etapa laboral y aún con energía y, sobre todo, con experiencia acumulada, ¿cómo enfocar este vasto horizonte que se observa?

Se podría comparar la vida humana a una nave espacial con varios motores que entrarán en funcionamiento uno tras otro, en las sucesivas etapas del viaje. Están programados de tal modo que se activan en un momento preciso para dar la fuerza necesaria que impulsará durante una etapa concreta el viaje. Después de recorrer cierto trayecto, un motor se agota y el siguiente está preparado para tomar el relevo y conducir la nave hasta el próximo cambio.

Algo parecido ocurre, muchas veces, en las personas; se viven ciclos que acaban y dan paso a otros nuevos para los que se ha de estar preparado y enfocar la nueva etapa que comienza.

En este sentido, el adulto debería prepararse para la vejez, ensayar de tanto en tanto cómo ser de anciano; ser de alguna manera un aprendiz del anciano que llegará a ser si no se cruzan por medio un accidente o enfermedad mortales.

¿Qué pasaría si ese adulto, saturado de compromisos, reuniones, etc., se detuviera algún instante y dispusiera de tiempos dedicados a mirar la realidad desde fuera, sosegadamente, sin prisas? ¿Se tropezaría con algún punto de temor en el momento de mirar, cara a cara, el anciano que se está proyectando en él?

¿Quién nos enseña a ser ancianos?

Dentro del ámbito de la medicina global, un aspecto a considerar y desarrollar sería enseñar a envejecer de manera armónica e integral a la persona. Junto a las recomendaciones, conocidas por la mayoría de la población, sobre alimentación adecuada a esta edad, higiene, hábitos de vida que favorezcan una mejor forma física y una mayor autonomía, también el campo de la salud debe ocuparse de reflexionar sobre el modo de envejecer digna y fructíferamente.

Desde una visión ecológica de la existencia humana, la vejez no puede ser un error de la naturaleza. Se ha de descubrir su misión en el conjunto de la vida y propiciar una cultura que valore y reciba las aportaciones de los ancianos.

Fuente consultada:
XXV Seminario Interdisciplinario
La autoestima a debate ACEPTAR NUESTROS LÍMITES
Jornada interdiciplinar nº IV Barcelona, 1983
Ámbito de Investigación y Difusión María Corral

A primera vista: un cortometraje imperdible




Dirigido por Diego Sanchidrián, “A Primera Vista” es un cortometraje español que nos muestra el amor en la tercera edad, cuando todo se ha ido y sólo quedan, con suerte, los recuerdos.
“El amor no tiene edad y siempre busca compañía. No sabe en qué espejo encontrará su reflejo, ni en qué momento, pero en ocasiones aparece mucho más cerca de lo que uno jamás esperaría”
Producida en 2007 por DSR producciones, este corto -sensible hasta las lágrimas- obtuvo el primer premio del desafío FICS en el I Festival de Cine Solidario de Madrid.

Visto en : Poca Tinta

Visto en: Más Que Cine

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